The red hat man

Escrit de comiat de Norma Falconi, que va conèixer a en Pep durant el tancament d'immigrants a l'església del Pi. Gràcies Norma.

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Ayer murió Pep Manté, ayer murió un gran abogado, un gran luchador, una amigo para muchos y muchas.

Para nosotros, los hombres y mujeres que le conocimos en los encierrros del 2001 en Santa María del Pi, desaparece una persona que no podremos olvidad. Con su figura inconfundible, su gran porte, su sombrero rojo inseparable (‘the red hat man’ como le conocían los inmigrantes encerrados), su simpatía y su conocimiento del derecho y sus vericuetos; jugó un papel decisivo, insustituible, en la negociación del acuerdo con Delegación de Gobierno. Un acuerdo que significó papeles, y por tanto la posibilidad de una vida digna, para los inmigrantes encerrados y más tarde para cientos de miles de inmigrantes de todas las nacionalidades que habían llegado a Espanya antes del 23 de enero de 2001.

El papel de Pep fue mucho más allá de su pertenencia a la comisión negociadora de los encerrados, fue un encerrado más, un participante en las cotidianas, multitudinarias y bastante duras asambleas del Pi. Tejió un difícil acuerdo con el resto de los abogados (Antonia Moyano y Elvira Posadas) y no sólo tuvo que negociarlo con el gobierno, tuvo que explicarlo a los inmigrantes, someterlo a su soberana decisión e irremediablemente modificarlo una y otra vez. Y eso fue lo que demostró su tremenda entrega, su valía, su olvido de si mismo, su defensa de un ideal colectivo.

Nosotros lo conocíamos de antes, de su trayectoria en Unió de Pagesos, del Col•lectiu Ronda, pero el verle en vivo y en directo fue una revelación, un descubrimiento, una experiencia inolvidable de la que aprendimos mucho. Nosotros también, como él decía, éramos novatos en ésas lides de los encierros y juntos lo hicimos posible. Después de los encierros seguimos trabajando juntos en la defensa de los derechos de los y las inmigrantes, de los que fueron expulsados de las plazas, de los subsaharianos y magrebíes que la policía desalojó violentamente de la plaza André Malraux, de los que permanecieron encerrados en locales sindicales y sociales durante el 2001. Nunca pidió nada por ello, nunca se atribuyó ningún éxito, siempre dijo que estaba aprendiendo cuando en realidad estaba enseñándonos a todos.

Ahora ya no está y nosotros queremos despedirnos de él aunque jamás podremos despedirnos de su legado. A todos y todas los que le conocimos, el respeto, la admiración, el sufrimiento de esta hora sólo son soportables por la felicidad de haberle conocido y convivido algunos momentos. Por eso queremos en éste difícil momento aportar nuestro grano de arena a su recuerdo, nosotros y nosotras, pakistaníes, bengalíes, indios, argelinos, marroquíes, senegaleses, subsaharianos, latinoamericanos, inmigrantes del este, catalanes, de todo el estado español, hombres y mujeres, ciudadanos del mundo, de este mundo sin fronteras al él nos acercó con su esfuerzo, este mundo sin fronteras de hombres y mujeres dignos e iguales que hoy lamenta su pérdida.

Norma Falconi, de l’associació Papers i Drets per a Tothom.